domingo, 13 de enero de 2008

Razones por las que ser gilipollas

Este post está dedicado a un sector de la sociedad en ocasiones olvidado pero en completo auge debido a los privilegios que disfrutan: los gilipollas.
Según la RAE, gilipollas proviene de gilí y es un término coloquial que significa por una parte tonto, lelo, inocente o cándido y por otra fresco. Puede que al principio fuera necesaria esta doble definición, pero en la actualidad la cada vez mayor población de gilipollas conjuga aspectos de las dos. Nos encontramos ante una seguna evolución de esta especie que ha superado con creces a sus ancestros.

¿Y por qué crece más y más? Se preguntará nuestro avezado lector. La respuesta es sencilla, sólo hay que observar su comportamiento, especialmente en los momentos en que se encuentre cómodo en su manada, y las ventajas que éste le aporta en comparación con otra persona que actúe de la misma manera. Veamos algunos ejemplos:

- En una discoteca. Si se te ocurre molestar a alguien sin ser gilipollas probablemente acabes con un ojo morado. Si por el contrario eres gilipollas puedes hacer lo que te venga en gana pues algún amigo del molestado le apartará diciéndole Déjale, que es gilipollas, y éste a lo suyo.

- En la cola del cine. Si tratas de saltarte la cola es muy probable que seas fuertemente increpado por el resto. Sin embargo, perteneciendo a tan selecto grupo podrás avanzar tranquilamente que sólo escucharás la frase mágica del ejemplo anterior.

- En el trabajo o en la política. En estos casos el gilipollas se caracteriza por serlo para todo el mundo menos para su jefe (que en política es frecuente que éste sea afín a esta tribu social). Es difícil que el gilipollas llegue a lo más alto si de ello depende una decisión de grupo, pero suele acomodarse con facilidad a un segundo plano que le permite vivir placenteramente haciendo el gilipollas.

- En una cena de antiguos compañeros de clase. Normalmente hay que acudir por mucha pereza que dé y saludar a todos aunque haya algunos que te caigan mal o con los que no te apetezca hablar. El gilipollas no tiene ni que acudir dada su condición, pues nadie lo tomará como un agravio. Si decide presentarse tiene la potestad de saludar a quien le plazca, y los no saludados no lo tendrán muy en cuenta pues al fin y al cabo es gilipollas.

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