lunes, 19 de mayo de 2008

El lastre de Rajoy

Decía Marco Tulio Cicerón que "la autoridad de los que enseñan perjudica a menudo a los que quieren aprender". Parte de la crisis aquel atraviesa actualmente el PP se puede explicar a través de la sabia sentencia del romano. Rajoy, en cuanto a su distinción dactilar en la línea sucesoria del aznarismo, parece no ser capaz de ver más allá de la doctrina de su mentor. No ha sido capaz de ganar dos elecciones ni de librarse del lastre, esa ala dura del partido, que le dejó Aznar y que difícilmente le permite mantenerse un poco más arriba de la línea de flotación.
Ahora que ese lastre se ha declarado abiertamente en rebeldía (véase San Gil, Aguirre, Mayor Oreja y sus órdagos desde algunos medios de comunicación concretos) si no se desprende o se impone a los disidentes ante un posible viraje hacia el centro, le será imposible llegar al congreso de su partido (en menos de un mes) en una situación que no sea tocado y hundido. La autoridad que en algunos sectores del PP se da al aznarismo (ya casi un despropósito a tenor de las intervenciones del ex presidente, y de gente de su entorno, desde que dejó La Moncloa), y que Rajoy permite y en ocasiones avala, puede acabar convirtiéndose en la sepultura política del PP.

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