jueves, 7 de febrero de 2008

Relato: La tronera, los dos tronos y el sueño

Ya empieza otra vez el aluvión de sin sentidos de Mercedes Milá. Lo detesto. Paradojas de la vida, también detesto el otro aluvión que repiquetea en mi ventana y cohíbe mis ganas de perderme una noche más entre bares de copas.

Abandono mi trono tapizado de oliva, modelo salón familiar años setenta, para dirigirme al otro sillón presidencial de la vivienda, esta vez de mármol pulido.

Una vez acabadas mis labores de desalojo, doy paso a un rutinario examen facial que termina con una concienzuda limpieza bucal.

Vuelvo al pasillo, tropiezo con la alfombra -¿quién la habrá puesto allí?- y acaricio los gargajos del gotéele de la pared de mi cuarto hasta dar con el interruptor de la luz.

Pateo el aire dos veces, una por zapatilla, y, tras desprenderme del resto de la ropa, abro la cama deseoso de notar el frescor de la sábanas.

Decepción. Se me olvidó cambiarlas, ya van dos semanas. - Qué más da, si dormido no me entero-. Presiono de nuevo el interruptor de la luz y, ya en la absoluta penumbra, meto mi cuerpo entre las sábanas al tiempo que introduzco mi mente en un letargo meditabundo. Después, nada.


-----------------------------------------
Otros relatos:
El gol de Abreu
Espacio
La cámara
La tarde de nuestro final

No hay comentarios: