viernes, 1 de febrero de 2008

Relato: La cámara

* Autobiográfico (con reservas por cosas que puede que no recuerde)

Estaba hasta el gorro del traje de marinero. El nudo me molestaba en el pecho mientras hacía el ganso con mis primos, y la cadena del crucifijo que me obligaron a ponerme no paraba de estorbarme en la nuca. Hasta ese día me encantaban los barcos y el mar en general, y había soñado mil y una veces con ser un importante capitán de navío. Pero pensé: si para tener un barco hay que llevar esto tan incómodo, entonces no merece la pena tenerlo. Y así culminaron mis expectativas de convertirme en Almirante de la Marina.

Sinceramente, la Primera Comunión en sí misma me traía casi sin cuidado. Me pasé la misa entera mirando al infinito y esperando impaciente que llegase el banquete para recibir los regalos.

Una vez en el restaurante, vi compensado el esfuerzo que hice aguantando estoicamente el sermón y castigando mi cuerpo y mi imagen pública con semejantes vestimentas. Tras la comida todos mis familiares se acercaron paulatinamente a darme los regalos que habían comprado para la ocasión, mientras yo, con los ojos como platos y una sonrisa de oreja a oreja, sentía una mayor complacencia para con el acto a medida que los iba recibiendo. Un coche tele-dirigido, una videoconsola, una bicicleta de montaña, los típicos relojes y juguetes.... Hasta aquí podía darme por más que satisfecho. Pero faltaba lo mejor: una cámara de fotos.

No era muy buena pero ese día para mí no existía otra igual. Era algo simple: tenía un pequeño zoom que subía y bajaba con un botoncito rojo y con otro negro conseguía disparar las fotos. No era gran cosa, pero fue mi primera cámara.

Me pasé toda la tarde sacando fotos a todo aquello que se movía y me imaginaba lo bien que quedarían cuando las llevase a revelar. Mientras, maquinaba dónde podría enseñar las fotos. No lo tenía muy claro, pero seguro que las llevaría cuanto antes a que las vieran mis compañeros de colegio.

Entonces, se me ocurrió que si las ponía en un álbum todos podrían verlas mucho mejor. Y si las ponía algo de texto podrían saber lo que pasaba en el momento en el que se sacaron las fotos. LLegué a la conclusión de que si las pusiera en un periódico o en una revista todos podrían verlas y además leer lo que pasó ese día, pero, ¿qué hacer para que saliesen en un periódico?

Ese día descubrí que quería ser periodista.


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Otros relatos:

La tarde de nuestro final

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